La selección española ha perdido por 28-21(16-10) ante una Francia muy superior todo el encuentro y deberá esperar al choque del lunes ante Brasil para certificar matemáticamente el pase a cuartos. Marcada por el 8-3 inicial, España ha ido a remolque todo el encuentro y realmente no ha puesto en peligro la victoria francesa en ningún momento. El partido ha dejado nuestras vergüenzas al aire más que nunca. La defensa es blanda, descoordinada y no sale a por el lanzador, hemos dejado lanzamientos desde apenas 7 metros muy cómodos y el ya típico pase al pivote nos ha matado. Nos cojen la espalda con una facilidad asombrosa. El ataque tampoco es que sea mucho mejor. Nos hemos aplantado ante la potentísima defensa francesa sin ideas ni movimientos, nuestro único recurso ha sido la jugada individual y así no vamos a ningún lado. Carecemos de juego en equipo y también de alguien que nos haga jugar. Quizás el hecho de disponer solamente de un central y que se encuentre en un estado de forma bajísimo sea parte de la explicación pero no toda. No nos podemos enfrentarnos a Francia con los recursos individuales de cada jugador como único recurso ofensivo. Para colmo, el experimento de Pastor de cambiar al portero en las inferioridades ha propiciado la escapada francesa en el 8-3. Bertrand Gille ha metido un gol a puerta vacía, Abaló otro con Malmagro de portero y Omeyer ha fallado por centímetros su lanzamiento de portería a portería. Hasta el momento no hemos obtenido ni una sola ventaja en todo el torneo con ese movimiento aunque por suerte tampoco habíamos recibido goles de esta manera tan tonta. ¿Seguiremos haciendo el cambio? Lo más grave del encuentro de hoy ha sido la sensación de que si Francia, por ejemplo, tuviera que ganar de 12 para haberse clasificado lo hubiese hecho sin problemas. Tenemos una gran oportunidad de hacer algo grande y lo estamos desaprovechando. Nunca los cruces con el grupo B van a estar tan asequibles, que no fáciles.